A. Schopenhauer dijo, la tristemente famosa frase “el hombre ha hecho de la tierra un infierno para los animales”. Han pasado muchos años e, incomprensiblemente, esta realidad ha cambiado poco. La indiferencia humana y, probablemente, el no tener voz ni voto, han propiciado su situación de total desamparo, a pesar de que sabemos que sienten y padecen y que dependen, totalmente, de nosotros. El sufrimiento animal, es importantísimo y presente en muchos ámbitos de nuestra sociedad. En este escrito intento trasmitir este “horror” animal con una síntesis de noticias/artículos leídos.
Recientemente, hemos conocido, la inexplicable/desafortunada, contratación, por la Universidad de Barcelona, de la empresa VIVOTECNIA de Madrid, para experimentar con más de 30 cachorros Beagle. Esta empresa, ha sido denunciada por la ONG “Cruelty Free Internacional, por maltrato animal en su laboratorio y está pendiente de juicio. Una grabación, muestra las duras imágenes de como, aparentemente, los animales son manejados, cruelmente, por los operarios con violencia gratuita y deliberada y, forzados a pruebas, contra su voluntad (en ocasiones muy severas), incluso, podría ser, sin anestesia o inadecuada, en medio de una aparente rutina que no se interrumpe ni cuando los animales aparecen agonizantes (animales, que si no son sometidos a pruebas tan severas, pueden llegar a ser reutilizados en otros experimentos). A raíz de la denuncia, se realizó una inspección y, según las informaciones publicadas, se podrían constatar indicios de abusos y malas prácticas en los experimentos. Dada la repercusión mediática y ciudadana (recogida de 1.290.000 firmas), la experimentación con estos cachorros, dicen, va estar estrictamente ajustada a la legalidad, aunque esto, no evitará su gran padecimiento y, en su mayoría, su muerte o sacrificio (si no hay suspensión, que parece no va a haber, después de la “frustrante” reunión de PACMA con el Parque Científico de la UAB y del nuevo desistimiento de los juzgados). Lo acaecido en el laboratorio de Vivotecnia, ha de impedir que el olvido (al dejar de ser actualidad mediática), permita que estos hechos se repitan. Una veintena de científicos de diversos países y 5 oenegés, han publicado, una carta abierta, dirigida al Govern de Catalunya, al Gobierno y a la Universidad para reclamar que se detenga la experimentación con los 38 perros Beagles, denuncian que cada año se utiliza más de un millón de animales en toda clase de ensayos, donde se practican actos “crueles, ineficaces y poco fiables que acaban generando traumas físicos y emocionales, con una alta tasa de muerte y, aseguran que alrededor del 96% de estos experimentos resultan un fracaso”. Los investigadores firmantes “defienden los grandes avances en los métodos de investigación sin animales que están diseñados para beneficiar a los humanos” y reclaman invertir en ellos. En España, en el año 2019, en laboratorios y centros de investigación y docencia se realizaron un total de 817.742 pruebas con animales. Aunque esta cifra, es bastante inferior a la de años anteriores, no deja de ser “escalofriante”, sobre todo, por el sufrimiento que padecen estos animales, que no es sólo para “el avance de la ciencia” si no también, para probar y volver a probar, todo tipo de productos (limpieza, pesticidas, productos químicos, industria del armamento, etc.), desde 2013, ya no se realizan para cosméticos, por prohibición de la UE (experimentación, posiblemente, trasladada a otros países). Aunque, los defensores de la experimentación con animales, mantienen que lo acaecido en Vivotecnia, no es la normalidad, la evidencia constatada y el hermetismo sobre esta actividad, dejan dudas importantes, siendo probable que (desde hace muchos años) en el día a día, de los laboratorios, haya situaciones que impliquen maltrato y delitos con los animales. Se podría evitar mucho padecimiento animal, con unos controles e inspecciones rigurosos sobre las experimentaciones, que deberían limitarse, a la estrictamente necesaria, y totalmente justificada, donde no puede faltar la ética y el compromiso “REAL” de querer encontrar otras alternativas. Las políticas de la UE son tendentes a lograr la sustitución de la experimentación con animales por métodos alternativos, pero estas políticas chocan con lobbies que se resisten a abandonar esta actividad, entorno a la cual, deben girar “poderosos intereses económicos”.
Si hablamos de sufrimiento animal, teniendo en cuenta el número de animales (hablamos de millones), lo encontramos en la cadena alimenticia (granjas-macrogranjas, transporte y mataderos). Todo “teóricamente” regulado y controlado pero que en la práctica, parece, no suele ser así. Animales que pueden vivir hacinados, sin ver la luz, enfermos… Si dura es su vida en las granjas/macrogranjas, su transporte a los mataderos (como vemos por las carreteras), tampoco es mejor. En los mataderos este sufrimiento puede llegar a ser intolerable: animales resistiéndose a la muerte, aterrorizados, golpeados y colgados de un miembro, aun conscientes. Sacrificios que se pueden realizar con mínima sedación o sin ninguna (rito/musulmán Halal o la picaresca de mataderos, no Halal, que puede surgir, para ahorrar el coste de una mínima sedación). Incluso la industria láctea, puede causar prácticas crueles, al tratar a las vacas como máquinas de producir leche (terneros separados de sus madres, inseminación artificial y explotación de cuerpos forzados a producir más leche, hasta que colapsan). Tampoco podemos obviar los sacrificios masivos (mejor no saber cómo) de aves, gallinas, pavos, etc., por brotes de la gripe aviar (recientemente en, macrogranja, de Iscar en Valladolid – 130.000 gallinas ponedoras.). Intolerable, es el transporte marítimo, de millones, de animales vivos (en vez de carne) a países lejanos, con muchos días de viaje, en condiciones extremas (falta de comida, de agua, hacinados, enfermos, con excesivo frío/calor, maltrato…) y, a menudo, sin los controles adecuados o ninguno (el año pasado fuimos testigos del sufrimiento de 2.684 terneros que vagaron, más de dos meses, por el mar Mediterráneo). Afortunadamente, la concienciación entorno al padecimiento animal y, sobre todo, con respecto al cambio climático, empieza a ayudar a bajar el número de animales destinados al consumo humano.
Encontramos otros ámbitos de maltrato animal: en la industria peletera, que obliga a malvivir a sus animales en pequeñas jaulas hasta su sacrificio y en la que, los brotes de coronavirus, están condenando a estos animales a sacrificios masivos. En la industria de las plumas, provenientes de patos y gansos, para el relleno de prendas textiles (abrigos, edredones,etc.). Sensibilizar sobre el respeto a todos los seres vivos y practicar un consumo responsable, contribuiría a sustituir las pieles y plumas de animales por productos sintéticos, evitando así mucho sufrimiento. No olvidemos que, durante años, en algunos países se ha realizado, tanto la extracción de las pieles/desollamiento, como el desplume de aves (a veces hasta en 5 ocasiones antes de ser enviados al matadero), con los animales, todavía, vivos, no descartándose que aún queden lugares, en Asia, donde todavía se siga realizando. En la industria del “FOIE”, con la aberrante tortura del engorde forzado, de patos y gansos, a través de tubos (prohibida en diferentes países, gracias a la presión social). También, se va prohibiendo, la trituración de pollitos vivos. Tristemente, podíamos seguir enumerando casos de sufrimiento animal que forman parte del día a día.
Recientemente, se ha aprobado el anteproyecto de la Ley de Protección, Derechos y Bienestar de los Animales. Este anteproyecto, que está generando mucha controversia, ha de llegar a ser una “auténtica/acertada” ley de protección para TODOS los animales. En ella, no deberían existir diferencias entre perros (salvo casuísticas muy determinadas), siendo, una parte de los perros de caza, los que más la pueden necesitar, tanto por sus “condiciones precarias”, abandonos y muertes, como, por la probable, falta de control y fiscalización por parte de las autoridades. He leído, que cualquier diferenciación entre perros, vulneraría la Ley Orgánica del Código Penal, que no lo hace. La sociedad española, está cada vez más sensibilizada con el mundo animal y más en contra de actividades como la tauromaquia o la caza (según estudio de la Fundación BBVA). Estas actividades, que representan a un tanto por ciento bajo de la población, no solo cuentan con el beneplácito de las autoridades, sino que también cuentan con subvenciones públicas, como sería el caso de las escuelas taurinas, donde los becerros y novillos, habrían de soportan la crueldad de las prácticas, de los “estudiantes”. Cruel también es el sufrimiento de los animales, víctimas de los cazadores, que no mueren instantáneamente y van agonizando, a veces durante días, hasta su muerte.
Seamos la voz de “los más indefensos”. Es difícil pedir compasión para los animales, si, a menudo, falta para los humanos, pero el sufrimiento no nos ha de ser indiferente, porque la indiferencia nos hace partícipes de él. Nuestro planeta necesita un cambio indispensable en el trato a los animales y con el medio ambiente. Un cambio que ha ser riguroso e imparable, aunque su implantación haya de ser paulatina. Un reto difícil ya que se han de consensuar diferentes factores, como son, entre otros, mucha valentía para hacer frente a los intereses económicos e inteligencia/”savoir faire” para poder implantarlo.
Rosa 12.03.22